La historiadora del arte y actriz Ana Herrero es la artífice de esta innovadora propuesta de turismo cultural para toda la familia que combina recorridos históricos con impactantes escenas teatralizadas. Más de 35.000 personas han conocido la apasionante Historia de Sepúlveda gracias a sus rutas.
Con 30 años, Ana Herrero decidió crear su propia empresa cultural en un pueblo de mil habitantes. Seis años después el éxito de su propuesta es incontestable: más de 35.000 personas han disfrutado de las visitas teatralizadas de Sepúlveda Viva, un emprendimiento rural que actualmente emplea a la propia Herrero, un guía turístico y dos actores, además de ser un referente en la divulgación turística y el orgullo de esta villa.
“Yo soy de Sepúlveda, pero a los 14 años me fui a estudiar fuera”, cuenta Herrero, licenciada en Historia del Arte y máster en gestión de museos por la Universidad Complutense de Madrid. “Mientras estudiaba el máster y trabajaba como teleoperadora, me llamaron de Sepúlveda para poner el marcha el Museo de los Fueros. Pensaba que iba a ser una cosita breve, de un año o así, porque veía difícil mi futuro allí”, pero tras estallar la crisis terminó asumiendo también funciones de gestión turística y cultural. Hasta que el teatro entró en su vida.
“Me convocaron a una reunión de un taller comarcal de teatro y después de ir a la primera clase dije, aquí me quedo para siempre”, confiesa Herrero, que comenzó su formación en interpretación. “Había visto visitas teatralizadas en otros sitios y después de siete años me apetecía mucho cambiar. Se lo propuse al ayuntamiento, pero como era caro y se necesitaba personal me dijeron que no. Así que decidí hacerlo por mi cuenta”, afirma.
Para cumplir su sueño Herrero contó con dos de sus profesores de interpretación, el actor y director Antonio Cabañas y la actriz y guionista Elena Sousa, además del guía Alejandro Blanco. Actualmente ofrecen tres visitas teatralizadas, siendo la más popular Vive Sepúlveda por su incombustible protagonista: Doña María Mardomingo Onrubia, una apasionada historiadora que vive anclada en 1910. “La señorita Mardomingo nació por una cuestión eminentemente práctica. Quería hacer una visita muy económica”, cuatro euros por persona con descuentos para niños, “que pudiéramos realizar dos personas, el guía y un personaje. Pensando en el personaje, quería hacer un homenaje a las personas que estudian la Historia, los cronistas y los archiveros, que luego hacen posible que los guías la divulguemos. De modo que surgió como una mezcla de ambas figuras. Fue una mujer porque lo quería hacer yo y porque me parecía interesante romper con la figura decimonónica del historiador, plantear cómo una mujer también podía ser una persona culta, que le interesara la Historia, eso sí, de una determinada posición social”, explica.
La dinámica, por tanto, es sencilla. Los visitantes recorren, de la mano del guía, una ruta que combina el casco histórico de Sepúlveda con una parada en el mirador sobre las espectaculares Hoces del Río Duratón, abarcando desde la Edad Media hasta los primeros años del siglo XX. Entre parada y parada, la señorita Mardomingo, ataviada con vestido, sombrero y paraguas de época, aborda a los turistas para contarles la Historia de la villa a partir de crónicas, artículos de periódicos y otras fuentes históricas… hasta que el guía le recuerda que quizá debería volver a estudiar en la biblioteca, momento en el que huye despavorida para seguir aumentando sus conocimientos. Divertida, desmesurada y enciclopédica, Mardomingo logra contagiar su interés de tal modo que Herrero decidió crear una línea de souvenirs para satisfacer el fenómeno fan. “Tenemos tazas, imanes, camisetas y bolsas. Como los lemas de Mardomingo son tan vitalistas –por ejemplo, No soy diferente, soy única–, hay quien lo compra sin conocer al personaje. Pero la idea surgió por petición popular” y con la ayuda del proyecto de diseño ElHulahoop.
Las otras dos visitas, en las que también participan los otros dos actores, son Sepúlveda viaje al medievo o Sepúlveda entre luces y sombras, un ruta guiada con seis escenas de teatro que cambia de nombre según se realice de día o de noche; e Isabel I en Sepúlveda, de formato similar y centrada en el periodo de los Reyes Católicos. Ambas cuestan ocho euros y también ofrecen descuentos. “Nosotros la temporada alta la tenemos en otoño y primavera porque trabajamos mucho entre semana con grupos: colegios, empresas y asociaciones. Ahora en verano potenciamos las visitas nocturnas por el calor y las cuestas de Sepúlveda”, señala Herrero. “Para grupos concertados trabajamos de lunes a domingo y el horario lo fijan los grupos. Para el público general tenemos visita todos los sábados por la tarde y en ocasiones ampliamos a los domingos por la mañana”, añade.
Herrero cuenta orgullosa que sus vecinos se volcaron con Sepúlveda Viva desde su nacimiento. “Los dos primeros meses no podía admitir casi turistas porque despertó mucha curiosidad entre los habitantes de la zona. Conmigo no se ha cumplido lo de no ser profeta en tu tierra”, asegura. “La gente te apoya cuando ve que es algo nuevo, que puede hacer que el pueblo tenga cierta vitalidad, que una persona joven se va a quedar y que pueda tener allí su familia. A mí me han recibido con los brazos abiertos”, añade esta emprendedora que, por cierto, acaba de ser madre.
“Yo me incorporé a trabajar al mes y medio, pero como tienes la casa al lado y conoces a todo el mundo es mucho más fácil que en una ciudad. También es más fácil a nivel económico: la guardería todo el día cuesta 126 euros, pero socialmente y el tiempo es alucinante. Yo estoy apostando por la lactancia y al principio el niño pedía cada dos horas: pues me escapaba a casa o me traían al niño. Al ser autónoma me lo podía permitir porque la jefa soy yo, pero también influye vivir cerca del trabajo porque tardo dos minutos”, explica Herrero. “Tener familia con niños pequeños y vivir en un pueblo con unos mínimos servicios como Sepúlveda es súper recomendable. Puedes tener menos ingresos que en una ciudad, aunque tampoco tiene por qué ser así, pero vas a disminuir muchísimo los gastos de vivienda y desplazamientos. Es para pensárselo”, señala.
Hablando de vivir en un entorno rural, Herrero reconoce los prejuicios que, poco a poco, se van sacudiendo, especialmente en lo que a opciones laborales se refiere. “A toro pasado veo que durante mucho tiempo parecía que solamente conseguías el éxito si estabas en una gran ciudad y yo creo que eso es bastante relativo. Muchos de mis amigos no trabajan en nada relacionado con lo que han estudiado, están en ciudades y lo tienen más complicado. En cambio yo en un pueblo me he podido realizar profesionalmente muy bien”.
De cara al futuro, Sepúlveda Viva podría seguir creciendo, pero de momento Herrero quiere disfrutar de su maternidad. De llegar ese día, a esta emprendedora le gustaría apostar por la otra mitad del proyecto: una compañía de teatro con la que realizan diversas actividades dentro y fuera de Sepúlveda. Para quien no conozca esta ilustre villa, la actriz e historiadora recomienda: “Sepúlveda combina naturaleza, historia, gastronomía, arte, actividades diversas, alojamientos para todos los gustos, solo por eso merece la pena. Es viajar en el tiempo. Y estamos muy cerca de Madrid, Burgos, Valladolid y las comunicaciones son bastante buenas en coche. Además, tiene actividades para niños, para mayores, es un sitio para disfrutar tengas la edad que tengas”. Y hablando de sus visitas teatralizadas, concluye: “El nivel de satisfacción es muy alto porque se aprende muchísimo, divirtiéndote y se vive una experiencia. Una vez que te has desplazado a un sitio, es una forma de hacer que no se te olvide donde estuviste y vivir algo especial”.